Visto de naranja porque coeducar es fundamental para alcanzar la igualdad de género y erradicar la violencia machista

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La campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres del Secretario General de las Naciones Unidas, administrada por ONU Mujeres, ha proclamado el día 25 de cada mes como “Día Naranja”: un día para actuar a favor de generar conciencia y prevenir la violencia contra mujeres y niñas.

Desde intheMOVE realizamos una entrevista todos los meses a mujeres con una gran trayectoria profesional. El pasado 25 de enero, estrenamos entrevista temática, puesto que cada 25 de cada mes entrevistaremos a una mujer de un ámbito profesional diverso y relacionado con los objetivos de la ONU Mujeres.

Este mes tratamos el tema de cómo la educación marca la diferencia en el futuro de una sociedad igualitaria. La alfabetización elemental y funcional de mujeres y hombres, sin encontrar alarmantes números de discriminación en este sentido, es algo que se ha ido logrando, en mayor o menor medida, en gran parte del mundo. Sin embargo, el acceso y la retención de niñas y mujeres en la enseñanza y la formación profesional en los campos de las ciencias, las matemáticas, la ingeniería, la ciencia y la tecnología ambiental, la tecnología de la información y la alta tecnología, sigue siendo una batalla por ganar.

Hoy hemos decidido entrevistar a Sara Vierna, formadora e investigadora en igualdad de género, autora del estudio Neo-princesas de tocador en el cual profundiza sobre la construcción del mito de la belleza sobre el juego infantil. Socia Fundadora de Sinergias Intervención Social una consultora especializada en igualdad, aquí os presentamos su visión del panorama actual.

SARA-VIERNA

Sara, ¿cómo es ser niña, tener 8 años y vivir en el 2015 en un país como España?

Ufff…. Eso es una pregunta difícil, probablemente a esa niña la cuida principalmente su madre, aunque tenga un trabajo fuera de casa, será ella quien la lleva al médico, le hace el desayuno, la lleva al colegio, le hace la comida y la cena, lave su ropa y limpie su casa, se preocupe por sus deberes, por las reuniones con su profe y por preguntarle qué tal está, cómo se encuentra y si pasó un buen día. Su padre estará algo más presente de lo que estaba hace 30 años, puede que juegue con ella de vez en cuando y sea el que se encargue de cambiar las bombillas y arreglar los enchufes. Sus juguetes de princesas, sus “cocinitas”, estuches de maquillaje de “Hello Kitty”, sus muñecas y su habitación color rosa irá prologándose hasta los 9-10 años mientras, a la vez, se hará fan de los primeros fenómenos televisivos y musicales como Violetta.

Esta niña, en sus diferentes libros texto no encontrará a casi ninguna mujer que haya alcanzado grandes retos, en el campo de la pintura, de la literatura, de la tecnología, de las matemáticas, tan sólo a nivel histórico alguna reina o monja supeditadas a los intereses de una divinidad, también masculina, un Dios. Se creerá, porque así se lo han enseñado, que las mujeres no existieron prácticamente para la historia.

Verá a los niños como otra especie poco parecida a la suya, mientras que ellos juegan a hacer el bruto a ella le apetecerá más jugar con un par de amigas en el recreo alrededor de la centralidad del espacio que será ocupada por sus compañeros de clase. Ellas no molestarán porque son responsables y cuidadosas, pero tampoco tendrán poder porque eso ya lo han asumido ellos. Cuando quiera jugar al fútbol en ese patio de recreo probablemente le dirán que ella no sabe porque es una niña y además escuchará eso mucho más veces. Hacer algo como una niña es una burla. Es algo malo, que no tiene valor social.

De camino al colegio, en las marquesinas de los buses, en las vallas publicitarias y en casa; en la tele o Youtube se dará cuenta de qué significa ser mujer para la publicidad, las series y los programas: cuidar, ser madre, limpiar la casa, esperar por el amor de un hombre y siempre, siempre estar muy guapa, entenderá que la gran mayoría de las mujeres prefieren perder unos kilos que alcanzar cualquier meta profesional, porque ese ideal de belleza está por encima de todo los demás, es la nueva religión del siglo XXI.

Se dará cuenta que en España nunca ha habido una mujer presidenta del gobierno y que en las noticias ve que asesinan mujeres a manos de sus parejas o exparejas hombres, que las reuniones importantes a nivel mundial las encabezan y las dirigen ellos y que los deportes, son cosa de chicos, por eso se les dedica casi exclusivamente los 30 minutos después de los informativos diarios.

No sé si te he contestado pero podría resumirlo en que estamos educando a las niñas en el no-poder, mucho más de lo que me educaron a mí en los 80. ¿Por qué? Porque el juego, el principal motor de aprendizaje en la infancia, está más sexuado que nunca y esto influye directamente en nuestra subjetivización de patrones diferenciados, desiguales y jerárquicos.

¿Cuáles son las principales conclusiones a las que llegaste en “neo-princesas de tocador? ¿Te sorprendieron? ¿Por qué?

Como te comentaba una de las conclusiones más chocantes es que el pleno siglo XXI las niñas quieran seguir siendo princesas porque como me decía una de ellas y corroboraba el resto es que “son guapas, buenas y tienen mucho dinero”. Esto va muy unido a otra de las conclusiones, las madres de estas niñas, les apasiona que sus hijas encumbren la feminidad tradicional y todo esto lo refuerzan las grandes empresas jugueteras y por supuesto la mundialmente conocida factoría Disney de ideología tremendamente machista y conservadora. Como circula en las redes, estas madres no se dan cuenta que las princesas se comen la libertad de sus hijas, las encarcelan en el mundo de la imagen, la bondad y en un rol muy pasivo, sin acción ni protagonismo más allá de su deslumbrante físico.

Los datos nos indican que las mujeres consiguen el 59% de los títulos universitarios pero tan sólo representan un 32% del total de estudiantes de ingeniería o un 21% de licenciadas en informática. ¿Qué está pasando?

Si de hecho, según los datos del 2013, los premios Fin de Carrera en Galicia los consiguieron 13 mujeres y 5 hombres, sin embargo nosotras no dirigimos las universidades, ni los hospitales, ni partidos políticos, ni las grandes empresas, ni mucho menos gobernamos este país.

En los 80 las chicas que estudiaban informática si no me equivoco rozaban a nivel estatal casi el 40%, sin embargo, cuando en 1991 se modificó el nombre de “licenciatura” a “ingeniería” conservando totalmente el mismo plan de estudios, las cifras decayeron vertiginosamente hasta el 21% actual del que hablabais. ¿Hay algo más cultural que este hecho? A las niñas nunca se las ha vinculado con los campos técnicos, ni científicos. Los Lego, las construcciones, los Scatextrics, más tarde los videojuegos, van dirigidos a niños y chicos. Además nosotras no vemos a mujeres científicas y tecnológas en nuestros libros de texto o guiando importantes grupos de investigación o dirigiendo las empresas tecnológicas más importantes de este país, resulta entonces totalmente lógico que las chicas no se asuman como ingenieras, nunca lo han hecho, no lo van a hacer con 18 años de repente cuando ya han subjetivado unos gustos y pasiones muy diferentes a las de sus compañeros, chicos.

¿Cómo afecta este desequilibrio en la elección del campo de estudio a la construcción de una sociedad igualitaria?

Necesitamos equipos de trabajo paritarios porque eso ofrece una pluralidad de experiencias no una sola, masculina, en el caso tecnológico, porque esto aparta las necesidades y experiencias de las mujeres en estos ámbitos. Además porque es democracia representativa y porque, por supuesto, la tecnología que tradicionalmente es masculina, es el campo profesional con mayor flujo de capital e inversiones, tanto públicas como privadas. Eso repercute en que el poder adquisitivo de las personas (hombres mayoritariamente) que se dedican a este ámbito sea mayor que, por ejemplo, al que se dedican tradicionalmente las chicas, la educación. Esto genera una brecha salarial de género que tenemos que resolver con urgencia.

En “Sinergias Intervención Social” os dedicáis a la formación e investigación desde la perspectiva de género, ¿quiénes son vuestros principales clientes? ¿Qué acciones desarrolláis con ellos? ¿Cuáles son los resultados?

Nuestros principales clientes son los ayuntamientos, gobiernos autonómicos, organizaciones sin ánimo de lucro y universidades principalmente. Nos dedicamos a la formación, asesoramiento e investigación en igualdad en colegios, institutos para alumnado y profesorado, trabajamos el empoderamiento con mujeres, la igualdad en el ámbito no formal: formación para madres y padres, educadores/as entre muchas otras cosas. Nuestro objetivo es transversalizar la igualdad al total de la sociedad; desde una familia, pasando por el colegio, hasta un ayuntamiento entero.

¿Están las empresas interesadas en trabajar por la igualdad? ¿Cuáles son las principales acciones que desarrollan y qué impactos positivos tienen?

La verdad es que en este sentido, vemos que los agentes sociales que menos están avanzando en este sentido, son las empresas.

¿Cómo podemos trabajar desde la educación para cambiar la realidad a la que nos enfrentamos?

Sin duda coeducando, como decimos nosotras educar es coeducar, fomentar el desarrollo integral de esa niña o de ese niño, al margen de estereotipos sociales, transformando modelos y ofreciendo alternativas a lo hegemónico. Diversidad lúdica, literaria, musical, fílmica, televisiva e incluso familiar, que nos presente y ofrezca formas muy diversas de ser hombre o mujer, niñas o niño y por supuesto exigiendo a las editoriales que hagan una revisión con perspectiva de género de sus contenidos.

Muchas gracias Sara!

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