Innovación y emprendimiento social

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La innovación social

La innovación social (I.S.) son todos aquellos productos, servicios, procesos, modelos, formas de relación, etc. de cualquier cosa que implique que haya una novedad o mejora en la satisfacción de una necesidad y que tenga un impacto social positivo. Para que haya innovación no necesitamos inventar desde cero, muchas veces con darle una vuelta a algo que ya existe podemos mejorar su funcionalidad y, si lo hacemos en términos de impacto social, es decir, de beneficios para las personas, pues estamos hablando de innovación social. 

La innovación social pretende solucionar o mejorar la forma en la que nos enfrentamos a problemas o necesidades sociales CON las personas. Es decir, para que haya innovación social se tiene que empoderar a las personas para que existan procesos de co-creación para dar respuesta a estas necesidades. La innovación social va desde abajo hacia arriba y sin la participación de la gente esto no sería posible. 

Imagen 1. Campesinas en campo de Té en India

Emprendimiento social

Podemos definir el emprendimiento social como la actividad que encontramos en la intersección de una misión social, una determinada innovación y una orientación de mercado.

El término “emprendedor social” comenzó a ser utilizado a fines de la década de 1970 por la organización Ashoka, que buscaba líderes comunitarios con soluciones innovadoras y escalables a los desafíos sociales que surgían en sus entornos. Otras organizaciones, como la Fundación Skoll, también han impulsado esta visión, premiando a líderes carismáticos e innovadores, desde Muhammad Yunus hasta Malala Yousafzai, de una manera que ha promovido el mundo del emprendimiento social.

Imagen 2. Malala Yousafzai en la ONU.

El emprendimiento social enfatiza la innovación como catalizador del cambio social y la orientación del mercado y las prácticas comerciales. En este sentido, los emprendedores sociales son quienes descubren y aprovechan oportunidades para crear valor social a través de la creación de nuevos negocios. Este enfoque es ampliamente estudiado y apoyado por universidades como Harvard, Massachusetts Technology Institute (MIT)  o ESADE, que han querido poner su experiencia en gestión empresarial al servicio del sector social. 

Las empresas sociales se enfocan en la creación de valor, pero aceptan que el valor creado se distribuye a la sociedad y especialmente a los grupos más desfavorecidos, ya sea pagando más a los trabajadores, poniendo precios de venta más asequibles o reduciendo el beneficio de las inversiones.

El sector social empresarial tiene características diferentes en cada país que incluyen la historia de otros movimientos: cooperativismo, empresas de inserción laboral, mutualidades… con mucha tradición de movimientos sociales locales. 

En el caso gallego, las entidades de Economía Social responden como modelo constituyente prioritario de Empresas Sociales, pero no de forma exclusiva, ya que una entidad enfocada a maximizar su impacto social y/o ambiental a través de una solución empresarial, puede ser considerada una Empresa Social con todas las letras, independientemente de la tipología de entidad en la que se constituya. 

Diferencias entre innovación y emprendimiento social

La diferencia principal entre estos dos términos es el marcado carácter empresarial del emprendimiento social. Es decir, desde la óptica de creación de modelos de negocio rentables, solucionan problemas sociales o ambientales. La innovación social puede ,o no, ir acompañada de un plan de negocio. No obstante, si no hay rentabilidad económica, sabemos que la supervivencia a lo largo del tiempo se ve muy comprometida. 

Otra de las grandes diferencias, son los ámbitos en los que operan. La innovación social es mucho más amplia, pudiendo ser desarrollada en ámbitos públicos, privados o del tercer sector. El emprendimiento no tiende a darse en administraciones públicas. En las empresas, aunque pueden crear nuevas líneas que sean intraemprendimiento o apoyo a emprendedores sociales, no suelen transformarse completamente en empresas sociales. El tercer sector sí que es muy dado al emprendimiento social como medio para generar valor y recursos que les permitan seguir aumentando el impacto de sus intervenciones. 

El campo de la responsabilidad social empresarial (RSE) es un espacio muy indicado para que se de innovación social. Aquí, a veces, es difícil trazar la línea entre la acción y la innovación social, pero para nosotras tiene una clara distinción: el poder que se le otorgue a los grupos de personas con los que se trabaja y el nivel de implicación por parte de la empresa. Por poner un ejemplo, si El Corte Inglés patrocina una carrera benéfica, es acción social. Si Ikea (a través de su fundación) establece una colaboración a largo plazo con Acnur compartiendo sus conocimientos, apoyando económicamente y creando nuevas intervenciones en conjunto para mejorar la calidad de vida de las personas refugiadas, es innovación social. 

Imagen 3. Imagen de © ACNUR/Ivor Prickett

La innovación y el emprendimiento social en intheMOVE

Nosotras sabemos que la IS para la creación de proyectos pequeños con un inicio y un fin claro, es una fórmula ganadora. Y si no, os invitamos a ver nuestro proyecto estrella en este ámbito: Oasis Montealto o como el vecindario de este barrio coruñés se unió para llevar a cabo un sueño conjunto: embellecer y celebrar su entorno. 

Figura 4. Intervención en A Coruña de Oasis Monte Alto.

Así mismo, llevamos años trabajando con emprendedoras y emprendedores sociales, ayudándoles a poner el foco en el impacto que desean generar al tiempo que organizan bien esa parte económica que les permitirá mantenerse diversos y productivos a lo largo del tiempo. Para esto trabajamos con mentorías individuales o grupales en las que se va construyendo (o reformulando) el modelo con una clara viabilidad económica. Estas mentorías también forman parte de la formación de Medrando Xuntas Directivas. Y por supuesto hemos participado como mentoras en diferentes eventos y programas destinados al emprendimiento social. 

La innovación social-ambiental también la llevamos de la mano con todo lo que hacemos. Como la medición y compensación de la huella de carbono, no solo de organizaciones, sino también de eventos como el OURS en el que incluso organizamos una plantación de especies autóctonas en un área recientemente quemada de un entorno natural único. No os creáis que encontrar a los dueños de las parcelas, investigando en el catastro y preguntando en bares y taxis, para después conseguir la cesión del terreno y el compromiso de mantenerlo al menos 20 años, fue tarea fácil, pero definitivamente mereció la pena 🙂

Las necesidades o problemas vinculados con el medio ambiente también forman parte de estos campos de lo “social”. Es decir, sería un poco raro que quisiéramos poner en marcha un proyecto con impacto ambiental y que no nos preocupasen las personas que se encuentran detrás de él. O que no fuésemos capaces de comprender la relación que existe entre el medio ambiente y el nivel de desarrollo humano y como el cambio climático, la contaminación, la escasez de agua o la generación de residuos, afectan en mayor medida a comunidades con menores recursos económicos. Como en todo, la coherencia es la clave para abordar proyectos desde la triple perspectiva económica, social y ambiental con impacto positivo.

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